Una “sociedad discreta” que se deja escuchar
La francmasonería hasta nuestros días
La francmasonería hasta nuestros días
La francmasonería, es una orden iniciática, cuyo origen se pierde en los albores del tiempo. Lo que surgió un día como una cofradía de constructores, ha ido mutando en una sociedad filosófica y filantrópica alrededor del mundo. México forma parte de este nuevo curso de la masonería.
Por: Octavio León Urrutia
El vocablo masón, viene del francés maçon que significa albañil o constructor, ya que en un principio, los masones eran los miembros agremiados del arte de la construcción. El origen de la orden de la francmasonería -según sus propios miembros-, es incierto, en tanto que se remonta a la tradición oral, hasta tres siglos antes de nuestra Era.
Lo que hoy conocemos como masonería, dista mucho del concepto de albañilería. Los masones, eran instruidos en conocimientos artísticos, filosóficos y esotéricos con la finalidad de desarrollar una comunión entre lo humano y lo divino, a través de su obra. Sus habilidades debían ir del desbastado de la piedra, hasta la composición de los vitrales (considerados el camino hacia lo etéreo). Eran diestros en la matemática, la geometría, la astronomía, la astrología, la física, la mecánica, la arquitectura, la ingeniería, la escultura, la pintura, entre otras. Así, los masones eran albañiles muy apreciados en toda comunidad, por su trabajo y conocimiento.
Las enseñanzas del oficio del Arte Real -como es llamada por ellos, el arte de la construcción-, eran exclusivas para unos cuantos iniciados, quienes iban avanzando por tres diferentes grados: aprendiz, compañero y maestro. Cada uno de ellos se identificaba mediante un sistema de reconocimiento que se servía de saludos, señales, tocamientos y palabras secretas, reveladas únicamente a aquellos merecedores del grado. Este sistema de reconocimiento se extendió, de modo que el oficiante de la masonería, era fácilmente identificable en cualquier región del mundo (hasta entonces conocida, explorada y habitada), por su grado, para así, hacerse merecedor de un lugar de trabajo en alguna construcción, con el salario correspondiente a su grado alcanzado.
Ese tipo de masonería, llamada hoy “masonería operativa”, se perdió con el interés de los ricos por edificaciones majestuosas, por las discrepancias de la orden constructora y los grupos religiosos, así como la disminución de las riquezas particulares que pasaron a ser del Estado o de la Iglesia.
El paso de la masonería operativa (material) a la masonería especulativa (intelectual o filosófica) de hoy en día, es igualmente incierto, sin embargo los documentos más antiguos de la Orden, refieren lo siguiente:
El término francmasón, quedó documentado por primera vez en el año de 1376.
El primer reglamento masónico escrito fue el Manuscrito Regius redactado igualmente a finales del S. XIV.
Finalmente se fundamentó el comienzo de la “masonería especulativa”, a través de la Gran Logia de Londres (posteriormente Gran Logia Unida de Inglaterra).
De aquella masonería operativa, se rescatan instrumentos, herramientas, palabras, signos, símbolos, señales, saludos, y tocamientos, utilizados hoy en día de manera simbólica y alegórica para el “trabajo” de los masones.
Los términos masonería y francmasonería, son referencias de la misma cofradía; si bien, ya se explicó que el término masonería se aplica al constructor material, el término francmasonería se refiere al constructor “libre”, propiamente de nuestro tiempo, “construyendo templos a la virtud, a la verdad, a la sabiduría, al conocimiento y cavando pozos sin fondo al vicio y la apatía”, según Carlos, un Maestro Masón quien pidió no se revelara más de su identidad.
MITOS Y LEYENDAS
Sobre la masonería pesan mitos y leyendas. Algunas relacionadas a sus orígenes, otras a sus transformaciones, unas positivas y de enseñanza y otras tantas negativas y conspirativas. De entre las leyendas atribuidas a la masonería, una de las más representativas de la Orden es la Leyenda de Hiram.
Este relato narra la construcción del Templo de Salomón; que sería un templo dedicado al único Dios, en el que convergerían todos los creyentes sin importar el credo que siguieran. Hiram Abiff, maestro masón hijo de una viuda, encargado de tan importante obra, sufre una decepción en alguna etapa de la obra, lo que ocasiona el cese de la construcción de manera temporal. Durante la noche posterior a su tragedia, tiene el sueño más importante de su vida. En el sueño, Tubalcaín, traslada a Hiram al Monte Zión, y a través de él, al centro de la Tierra. Aquí le comparte la tradición luciferina, donde Tubalcaín se presenta ante Hiram, como su antecesor, como su patrono. Tras explicar su linaje cainista, y sus potencialidades como verdadero constructor del mundo, le indica que la mujer que le está destinada pertenece a otro hombre.
Al pasar los días y con la obra prácticamente terminada, Hiram conoce a Balkis, reina de los sabeos, quien es aquella mujer referida tiempo atrás. Ella solo pasa una noche en la construcción, en la que se entrega a Hiram y fecundan (sin saber) a un hijo. Con la construcción terminada, unos iniciados en el grado de compañero exigen a Hiram les otorgue el grado de Maestro. Ante la negativa de Hiram, los compañeros le hieren de muerte con las herramientas masónicas (escuadra, regla y martillo). Así, el hijo concebido por Hiram, se convierte en el primer “hijo de la viuda”, mote con el que se conoce al masón.
DE LOS TALLERES A LAS LOGIAS
Algunos estudiosos comparten la idea de que el nombre de “logias” proviene de la etimología griega logos, que significa, palabra, tratado o razón; sin embargo, Carlos comenta: “Logia es una palabra en antiguo sánscrito que significa Universo. Los masones especulativos ‘trabajamos’ bajo la bóveda celeste”. ¿Y en qué trabajan? -Se cuestionó al entrevistado- “Trabajamos en el perfeccionamiento interior y exterior del hombre. No solo de nosotros mismos; es decir, trabajamos para perfeccionarnos, para a su vez, ayudar al perfeccionamiento de aquellos no iniciados. Nuestro único interés es defender la libertad del hombre y exaltar sus capacidades superiores.”
A pesar del cambio de enfoque de esta orden milenaria, se dice que ellos “trabajan en talleres”. Estos talleres están cubiertos en su totalidad por simbología heredada por las tradiciones herméticas. Motivos como las columnas, las constelaciones, el pavimento ajedrezado, las mesas con sus respectivos “funcionarios”, espadas, llaves, libros, cucharas de albañilería, cadenas, manteles, candelabros, cortinas, y muchas otras que tienen para los iniciados un profundo significado que no se atreven a compartir.
En una oportunidad de asistir a un sitio de este tipo, se descubre un mundo de significación muy diverso.
Sus vestimentas son formales hasta la pulcritud, y según el rango dentro de cada logia, utilizan indumentaria como guantes, boinas, mandiles y arreos; también los hay ataviados con preseas y condecoraciones.
La disposición dentro de una logia es muy singular, al estar geométricamente orientadas.
En la parte exterior de la puerta se coloca un hombre custodiando “encontrarse a cubierto”, de igual manera hay otro hombre custodiando el interior.
La forma de la logia es rectangular, alargada hacia el Oriente.
Invariablemente, a la entrada se pueden ver 2 grandes columnas. La del extremo Norte tiene grabada la letra J y al pie está una roca en bruto, mientras que la columna ubicada al Sur ostenta la letra B, que tiene en su base una piedra cúbica de punta. A un costado de cada columna se encuentran dispuestas una o dos filas de asientos. Sobre los capiteles de ambas columnas hay granadas con lirios, y suspendido del techo se halla un símbolo de un compás, superpuesto en una escuadra. Las filas de asientos de aquella columna con la letra J, tiene en ambos extremos una mesa. La una del Vicevenerable, y la otra del Hermano Hospitalario, cada una con candelabros que van de los 3 a los 7 brazos. Frente a la mesa del Hospitalario se coloca el portaestandarte. Los asientos de la gran columna B, se encuentran interrumpidos en su centro, por la mesa del Inspector que también ostenta candelabro. A su derecha se sientan los maestros, mientras que a su izquierda se sientan los compañeros.
Al centro del salón se aprecia el pavimento, con un patrón: mosaico negro-mosaico blanco, emulando un tablero de ajedrez alargado hacia el Oriente. Un altar precede a este mosaico, donde se coloca el libro sagrado -según explica nuestro guía, Carlos-, que para este caso, es el libro de la Ley: La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Allí también se coloca una espada con la hoja ondulada, un cojín con ribetes dorados, y nuevamente el símbolo de la escuadra y el compás. Este altar tiene base triangular que se eleva de manera piramidal inconclusa, con un extremo apuntando hacia Oriente. En cada esquina del altar triangular se encuentra una vela.
Al final del “taller”, tres escalones con las inscripciones “fuerza, belleza y candor”, suben hacia el Oriente de la logia. Al frente se encuentra la mesa del Venerable Maestro. A su Izquierda se encuentra la mesa del Orador y a su derecha la del Secretario. Entre estas mesas hay nuevamente asientos, reservados para “oficiales y dignatarios de la orden”, así como para los Hermanos visitadores.
La totalidad del local dispuesto, está enfundado bajo unas cortinas de color rojo carmesí, y forman paredes sobre las mesas del venerable, vicevenerable e inspector, quienes tienen sobre ellos una fuente luminosa, al ser considerados las tres luces del taller.
El techo pintado en color azul, presenta dibujadas en color plata las constelaciones que corresponden a nuestra galaxia, en estricto órden geométrico, según explica Carlos. Las paredes tienen dibujadas 10 columnas, cinco al Norte y cinco al Sur, para completar 12 columnas (con las dos de la entrada).
Carlos, comenta también, que existen cámaras y salones para propósitos que no detalló y a los que nos negó el acceso, argumentando que “la masonería es vivencial. Si llegas sabiendo qué hay, qué te dirán, qué tienes que responder y demás, no tendría ningún sentido la iniciación. No hay nada de malo ahí dentro (señalando una puerta), pero no es para todos”, concluyó.
MASONERÍA PRESENTE EN MÉXICO
Los primeros masones en incursionar a nuestro territorio, alrededor del siglo XVIII fueron muy probablemente, súbditos franceses de la corte del virrey, influenciados por la masonería francesa, así como la inglesa. La primer logia que cuenta con un registro en México, se ubica en la calle de Ratas, actualmente Bolívar con número exterior 73. Sin embargo, hay documentos que avalan las relaciones masónicas entre diversos personajes, anteriores a la patente de dicha logia mexicana.
En esta primera etapa, la masonería mexicana, es tan solo otra sucursal de la orden radicada en España. La tendencia de estos primeros masones en nuestro territorio, comulgaban con el empoderamiento político del País, teniendo como principales miembros a políticos y militares. Fue hasta 1821, a la llegada del último virrey, Don Juan O'Donojú, que el Dr. Manuel Codorniú estableció la logia "El Sol", cuyo objetivo era sostener el Plan de Iguala y excluir al clero de toda intervención en la educación.
Así surge la visión nacional de la masonería, en el ámbito del progreso. Sin embargo, años más tarde, el Hermano Vicente Guerrero, se afilió bajo la patente del rito yorquino, lo que provocó disputas contra los escoceses (federalistas y realistas, respectivamente). De esto se desprende la necesidad de crear un Rito Nacional Mexicano, independiente a otros ritos, con su propia visión e independiente en su propio régimen interior. Los Hermanos Mateos y Cayetano Rinaldi, en la tenida que tuvo lugar el día 14 de agosto de 1825, presentaron la proposición de fundación de un nuevo rito en términos claros, precisos; fundándola en que, como masones, estaban en el caso de salvar la pureza de la masonería, que debe ser una en todo el globo, que posee un fondo de virtudes morales, políticas, domésticas y civiles, y que es por excelencia la más a propósito para esparcir las luces por los elementos de educación que encierra. De esto se desprendió una batalla en donde los escoceses (liderados por Nicolás Bravo), impusieron una ley contra las sociedades secretas. Posteriormente, Bravo le gana la carrera presidencial a Gómez Pedraza (apoyado por yorquinos y gente del RNM), quien termina huyendo. Años más tarde los federalistas recuperarían el poder a cargo del Hermano Antonio López de Santa Anna.
Las escisiones continuaron hasta la invasión norteamericana, cuando los ritos existentes en el territorio mexicano decidieron unirse en un solo frente para encarar al enemigo. Tras la propuesta de Xicoténcatl de reinstaurar la monarquía en México, la ruptura se dio nuevamente y finalmente la batalla contra el Gral Soctt se perdió.
En 1855, los masones apoyaron la candidatura del Hermano Juan Álvarez siempre y cuando actuara conforme a los principios liberales del Rito Nacional Mexicano. En 1857 se promulgó una nueva constitución con significantes aportaciones de varios masones como: Juárez, Ocampo, Arriaga, Comonfort, Iglesias, Gómez Farías y otros; tras lo cual el RNM comenzó a decaer al consumarse jurídicamente sus anhelos.
“En octubre de 1865 se constituyó la Gran Logia del Valle de México, organizando por primera vez a la masonería mexicana en un cuerpo nacional. En 1868 se fundó el Supremo Consejo de Grandes Inspectores Generales del 33, último grado del R.·.E.·.A.·.A.·., abriendo sus puertas a masones escoceses y del rito nacional. Sin embargo, el escocés mantuvo su espíritu religioso manifiesto en su lema A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo, mientras los nacionales mantuvieron su tendencia ateísta en el apotegma Al triunfo de la verdad y al progreso del género humano” versa un ensayo de autor anónimo en el portal masónico CLIMA. A partir de entonces, se puede trazar fácilmente la historia hasta nuestros días.
Hoy en día, los masones continúan “trabajando”, sin esconderse, pero manejando un bajo perfil “para no ser blanco de injurias y descalificaciones sin fundamento”, según las propias palabras del Maestro Carlos.
Estas injurias que refiere, provienen de grupos antisemíticos, de la Iglesia Católica Ortodoxa (entre los que mencionan al Opus Dei, Legionarios de Cristo y Caballeros de Colón), del gobierno de ultra derecha (particularmente de una sociedad igualmente secreta conocida como Organización Nacional del Yunque), y grupos en la sociedad fácilmente influenciable a la que le siembran odio y desaprobación por la masonería.
Todas las acusaciones hechas en su contra, señalan a la francmasonería como una sociedad cegada por el dinero y el poder. Aseguran además, que la orden de los masones es herética y atenta contra la moral y las buenas costumbres, particularmente contra la Iglesia Católica.
A pesar de haber clérigos, e incluso haber tenido entre sus filas a muy altos dignatarios católicos (incluidos algunos Papas), la ruptura de la Iglesia hacia la orden es expresa, instando a los miembros masones a separarse de ella, o asumir la excomunión. La masonería por el contrario, asegura no tener ninguna discrepancia con las creencias religiosas de sus agremiados, y algunos incluso comentan orgullosos su creencia en el catolicismo.
“La verdad sea dicha”, en este punto no se ve claro quién dice la verdad, pues aquellos que afirman estar trabajando por la humanidad, hace ya algunos años que perdieron influencia en el mundo (incluido México). Aquellos que les acusan, venden ideas terroríficas de unos hombres ejerciendo su derecho de asociación y que, a todas luces no violentan el estado de Derecho de los y las mexicanas. Finalmente, es el hombre verdaderamente libre y de buenas costumbres quien tiene la última palabra.
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