EL DEPORTE DEL PANCRACIO

Los fanáticos piden mucha lucha
La lucha libre: espectáculo de tradición en México

Muy por encima de solo ver golpes y mas golpes, hay un detrás del escenario de los luchadores, un deseo del público por apreciar una batalla y una tradición en México que ya tiene rato en el corazón de los mexicanos.

Por Marco Antonio González Rangel

Ocupar un lugar de las primeras filas es una aventura interactiva. Desde ahí, el público presencia en toda su magnificencia una verdadera comedia humana, la eterna lucha entre el bien y el mal, el teatro y el circo, el mito y la realidad, el deporte y el glamour.

“No medimos el peligro, no nos importa lastimarnos con tal de escuchar que el público está contento”, comentó el Hijo de El Santo, técnico. “La lucha para mí es la adrenalina, yo subo siempre a triunfar, soy un triunfador”, dijo Rey Bucanero, rudo.
El verdadero frenesí inicia al aparecer una procesión de seres fantásticos que se han transformado en personajes enmascarados, pintados o a cara limpia, que representan a dioses mitológicos, héroes, monstruos, demonios, animales, e incluso santos.

En esta comunión entre público y gladiador, cada quien tiene un papel que habrá de seguir al pie de la letra durante media hora que dura la batalla.

Los técnicos serán los buenos, tratarán de ganar a base de vistosos lances, pero siempre respetando las reglas. Los rudos echarán mano de recursos lícitos e ilícitos, en un combate donde las reglas, al parecer, son para violarse.

La participación de los aficionados no es pasiva. Como abajo la realidad es implacable, quieren verse representados en sus ídolos, humillar al rival y gritarle toda su rabia.

Se ponen en alerta todos los sentidos para apreciar vuelos fantásticos, malabares sobre las cuerdas flojas, llaves y contrallaves e insultos a diestra y siniestra.

Los orígenes de la lucha libre en México se remontan a la intervención francesa, pero se popularizó hasta 1910, aunque fue hasta 1933 cuando se profesionalizó. A mediados de la década de los 40 y 50, la lucha libre vivió la llamada "época de oro" con un sinfín de gladiadores, pero ninguno con la personalidad y el carisma del Enmascarado de Plata.

“Es el luchador que más películas hizo, ni Cantinelas, ni Tin Tan, nadie hizo más películas como el Santo”, manifestó Antonio Peña Herrada, presidente de la lucha libre AAA.

Después de caer en un bache que duró varios años, la lucha vive un resurgimiento, en donde destaca el espectáculo dominado por nuevos estilos de combate, vistosos trajes, bellas edecanes, pirotecnia, rayos láser y coreografías.

“Ahora es de más vuelos, más espectacularidad, pero esto conforma va avanzando la época, los años”, aseveró el Hijo de El Santo.
Quienes se dedican a esta disciplina son verdaderos profesionales para soportar más de 20 luchas al mes.

El salario que perciben es un misterio, porque depende del personaje, si es preliminarista, semifinalista o una estrella consolidada. Pero se sabe que Latin Lover es el luchador mejor pagado del momento, por la fama que le ha dado la televisión. Hay luchadores que ganan muy bien, excelentemente bien y hay luchadores que no ganan para poder subsistir.

La lucha libre es un negocio bastante redituable. En México, se encuentra dominada actualmente por dos empresas: el Consejo Mundial de Lucha Libre, que tiene sus sedes en la Arena México, las Coliseo del Distrito Federal y Guadalajara, y la Arena Puebla; y la Triple "A", que lo hace en otros foros de la capital y en el interior de la República Mexicana. Al día, organiza al menos una función, a la que asisten en promedio, unas tres mil personas, o sea, 90 mil al mes.

La mayoría de los luchadores pertenecen a una de estas organizaciones, por lo que firman un contrato de exclusividad que puede ser por función, semana, mes o año. Otros, en cambio, son propietarios de su imagen, como el Santo y el Hijo del Perro Aguayo.

Puedo y me atrevo a decir por que es muy de mi agrado este espectáculo. Que La lucha libre en México es toda una tradición, pues ya no es solo un deporte, es toda una cultura donde el espectador vive una batalla entre lo real y el drama, donde se adentra y sufre o goza, cuando los gladiadores arriba del ring se hacen pedazos en una batalla, donde la gloria es la aceptación del publico, donde dar un buen espectáculo es igual a ser odiado y abucheado por derrotar al ídolo o ser vitoreado y alabado por igualar a un súper héroe que en lugar de luchar por la justicia, lucha por ser el mejor guerrero del cuadrilátero… un súper héroe que viste de botines, calzoncillo y máscara o trajes que destaquen su poder. Hay quienes no ocultan su identidad y pelean con el rostro descubierto o aquellos luchadores que se mantienen en la incógnita de su identidad y adoptan una doble personalidad: una parte es la persona y otra el gladiador, las dos conjuntas en un mismo ser. Ahora si llegas a escuchar aquella famosa frase de ¡es puro teatro!, podrás contestar “sí, pero ya es tradición de México.

Vivir y apreciar este deporte de las patadas, llaves y acrobacias, es mantener viva una esencia de México, que si bien no se inició en nuestro país, sí inició toda una tradición eufórica por la lucha libre que, de generación en generación, ha ido ganando adeptos.
El Santo

1 comentario:

  1. es un buen reportaje el que se maneja sobre el negocio de la lucha libre, aunque me hubiese gustado saber un poco sobre el porqué le es del agrado la lucha libre al escritor, ya que se menciona pero no se ahonda en el tema.

    Cabe mencionar que esta industria, y su afición; lograron que en el caso del Santo tuviese su propia marca, y esta tienda se encuentra localizada a unos pasos del metro patriotismo; así como las figuras y las máscaras que son vendidas al terminar las funciones.

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