FOOTBALL AMERICANO EN MÉXICO

Una mirada al football americano
El deporte del emparrillado
La práctica de esta disciplina se asocia con la brutalidad, la violencia e incluso, con grupos porriles de las instituciones educativas. Esta imagen, ha motivado a la afición y a las autoridades académicas a dar la espalda a un deporte de tradición en nuestro país, que muy lejos de intentar reivindicarse, cada día es más ajeno al diario acontecer de nuestra nación.

Por: Octavio León Urrutia .·.

Origen

La disciplina deportiva hoy conocida como football americano, tiene como probable origen los juegos de pelota, que Espartanos y Romanos practicaban hace ya varios siglos atrás.

Los antecedentes más recientes del americano, nos remontan a la “Rugby School” en el siglo XIX. En ese entonces, se practicaba un deporte conocido como football que dista mucho del soccer o del americano actual. Según cuenta una leyenda, en el año de 1823, en el fragor de un partido de football, un estudiante, William Webb Ellis, cogió el balón con sus manos y se dispuso a correr con el mismo. Puesto que las reglas prohibían avanzar con el balón de otra forma que no fuera golpeándolo con el pie, la jugada de Ellis fue considerada como un "insulto". Sin embargo, esto ayudó al desarrollo de un juego totalmente nuevo -el rugby-, que influiría dramáticamente en el football americano porque en éste, los jugadores podían correr con el balón y golpearlo con el pie.

El siguiente gran paso para la evolución del football ocurrió en el año de 1863 en el Reino Unido (en Inglaterra para ser más precisos), donde se instauró la “Asociación de Football” (FA, por sus siglas en Inglés), con el propósito de regular esta disciplina naciente. Ocho años después, se instala la “Unión de Football Rugby”, lo que consolida ésta práctica y, sienta un precedente en la manera de organizarse para guiar el desarrollo de los deportes.

Así, tras la ardua tarea de imponer reglas, especializar y diferenciar ambos deportes (el fútbol o soccer y el rugby o football americano), estas actividades deportivas, son llevadas e introducidas paulatinamente a los Estados Unidos, quienes las adoptaron de inmediato.

En 1876, una nueva convención efectuada en Springfield, Massechussets, modifica e impone nuevas reglas para el football americano. Es en ese mismo año que Walter Camp, el hombre conocido como "el padre del fútbol americano", ingresó en la universidad de Yale, donde se convirtió no sólo en un sensacional jugador sino también en una figura clave en las próximas convenciones para establecer reglas. Bajo la dirección de Camp, en la siguiente década un buen número de cambios en las reglas comenzaron a distinguir este juego (football americano) del rugby.

La profesionalización del football americano, se debió sin duda al afán de las universidades en vencer a sus adversarios. De este modo, el primer rastro de un jugador pagado fue motivado por la intensa rivalidad que se produjo entre dos clubes de la zona de Pittsburgh: la Allegheny Athletic Association (AAA) y el Pittsburgh Athletic Club (PAC).

El antiguo guard All-America de la universidad de Yale, William (Pudge) Heffelfinger recibió $500 de la AAA para jugar en un encuentro contra PAC, convirtiéndose en la primera persona en ser pagado para jugar el 12 de noviembre de 1892. La AAA ganó el encuentro 4-0 gracias al touchdown de 35 yardas de Heffelfinger tras recuperar un fumble (o balón suelto) de PAC. Para el año de 1897, Latrobe Athletic Association se conviritó en el primer equipo completamente profesional.

Ya en el siglo veinte, concretamente en 1902, se establece la primera liga profesional de la historia entre los Pittsburgh Stars, los Philadelphia Athletics y Kanaweola Athletic Club, con los primeros ganando lo que ellos mismos acordaron llamar la National Football League, competición que desapareció al finalizar esa misma temporada.

Durante la temporada efectuada en 1905, ocurrieron 195 lesiones graves y 18 muertos. Aunque se pensó en terminar con esta actividad deportiva, la práctica ya contaba con jugadores y seguidores a nivel nacional y se había arraigado en la cultura. Así, el propio presidente estadounidense, Theodore Roosvelt, intervino para salvar al football americano, invitando a los clubes universitarios a restablecer las reglas de este deporte con la finalidad de volverlo menos violento. El resultado fue el desarrollo de la "Asociación Intercolegial Atlética de los Estados Unidos" (IAAUS, por sus siglas en Inglés), organizada para asistir en la salud de los atletas de los deportes universitarios, especialmente del fútbol americano. En 1910, la IAAUS cambió su nombre a "Asociación Nacional Atlética Colegial" (NCAA, por sus siglas en Inglés), nombre que conserva hasta la actualidad.

El football americano había cambiado para siempre. Las reglas habían vuelto este deporte brutalmente violento en un enfrentamiento de inteligencia, técnica y estrategia que a la postre perduraría en el mundo.

Cambios radicales

Entre las modificaciones efectuadas en los reglamentos, la forma de derribar al rival fue sin duda la más importante. Los tackles, tackleos o placajes, podrían hacerse aplicando fuerza a cualquier zona del cuerpo del portador del balón (antes sólo se permitía mediante la sujeción de la cintura), lo que derivó en lesiones más frecuentes, más serias e incluso, en numerosos jugadores muertos. Pese a esto, al deporte del emparrillado nunca perdió popularidad; por el contrario se arraigó entre las escuelas de los Estados Unidos, convirtiéndose en motivo de grandes encuentros y rivalidades crecientes.

El terreno de juego, originalmente con dos porterías separadas por únicamente 25 yardas. En la actualidad existen 2 zonas de gol con un goalpost (especie de portería) en forma de “H” o “Y”, en cada una de estas zonas. La extensión del terreno de juego sin contar las zonas de gol, es de 100 yardas separadas por tres tipos de líneas dibujadas que señalan: a) cada yarda. b) cada 5 yardas. c) cada 10 yardas. Estas líneas, vistas desde un punto alto asemejan una parrilla, motivo por el cual se le llama emparrillado.

Inicialmente se efectuaba con 25 jugadores por equipo dentro del terreno de juego. Hoy en día son 11 por bando.

La forma de iniciar una ofensiva era mediante la melé que implicaba una confrontación masiva de los jugadores por la posesión del balón. Esto fue reemplazado por el sistema de downs, que implicaba en primera instancia, 3 oportunidades para avanzar 5 yardas y posteriormente 4 oportunidades para avanzar 10 yardas (que es el utilizado en la actualidad).

Se establece una zona neutral (comprendida de punta a punta del balón), que ningún jugador puede rebasar antes de iniciar una jugada. A esa línea o zona neutral (imaginaria), se le denomina línea de scrimmage.

El balón (también llamado “ovoide”), en un principio, solo podía ser conducido mediante el acarreo frontal y pasado de forma lateral o hacia atrás. Esto cambiaría al modo que hoy conocemos, donde el balón puede ser lanzado hacia adelante mientras no se rebase la línea de scrimmage.

La duración de los cotejos se redujo de 70 a 60 minutos de duración real.

Las formaciones cambiaron, obligando a por lo menos 7 jugadores, a colocarse a la altura del límite de la línea de scrimmage.

En el juego original, los goles de campo (patadas hacia la portería), valían más puntos que los touchdowns (anotaciones corriendo hacia la zona de gol). Con el tiempo, los goles de campo pasaron de 4, a únicamente 3 puntos. Y en 1912, los touchdowns adquirieron su valor actual de 6 puntos.

De la guerra al deporte

El football americano, como muchas otras disciplinas deportivas actuales, tienen su fundamento en los entrenamientos militares de la antigüedad. De esta manera, no sorprende que se entrenen aspectos como el bloqueo, el derribo, la carrera, el salto, la fuerza, etc.
Esta situación se hace patente al evidenciar el mando de un “líder” dentro del terreno de juego. Su designación en castellano es “mariscal de campo”, que es una designación de rango militar. Su función es hacer llegar “algo” a su objetivo, meta o destino final. Él es quien dirige, coordina y ejecuta las acciones pertinentes para que su escuadra consiga ese objetivo.

Para defenderlo de una captura, cuenta con la línea frontal (nuevamente término militar), que se sirve de la fuerza, peso, inercia y maniobras ofensivas para ganar tiempo o hacer paso al balón.

El corredor, cumple una importante función dentro del Estado antiguo por la transportación de mensajes y productos. Es un hombre fuerte, veloz y con experiencia en el camino, capaz de sortear dificultades. De la misma manera, esa es su función en este deporte: conducir el balón, salvaguardándolo del enemigo.

Los receptores, también conocidos como flanqueadores (término militar) o alas abiertas (nuevamente término militar), capturan la atención del enemigo, jalan su marca y en caso de conseguir librarse de la marca son el objetivo ideal al ser rápidos y elusivos.

Hasta aquí con la ofensiva. La defensiva también cuenta con sus especialidades militares. La defensa en términos militares consiste en la contraofensiva. Atacar para no ceder.

La defensiva también cuenta con un líder: el linebacker o apoyador. Él es el estratega, el más capacitado para ver y comprender la naturaleza del ataque y en función a eso, evitar el avance enemigo. Es un guerrero de élite, dotado de los más grandes recursos para enfrentar al oponente y vencerlo. Existen apoyadores exteriores e interiores, por sus cualidades, los interiores son más fuertes y los exteriores más rápidos.

A él también lo defiende su línea frontal. La misión de ésta línea (contraria a la de la línea ofensiva), es invadir la zona enemiga y detener cualquier avance. Nuevamente vemos las habilidades de un luchador, un combatiente cuerpo a cuerpo. Hasta cierto punto, carne de cañón.

Los corners o “esquineros”, así como el resto de los “profundos”, protegen los flancos del campo. Son la contraparte al flanqueador de la ofensiva.

Muy probablemente, la adopción de estos términos y funciones no son producto de la casualidad. Un entrenamiento integral, dinámico y lúdico podía ser de gran utilidad para cada una de estas compañías, pelotones o escuadras (término militar y deportivo). Además de su probable relación con los antiguos guerreros, se dice que el rugby (práctica antecesora del football americano), es un deporte creado con intenciones de adiestramiento de pequeñas unidades, con oficiales de distintos rangos y funciones específicas.

De Inglaterra a México

Si bien es cierto que la práctica de este deporte comenzó en el antiguo continente, la realidad es que América lo adoptó como suyo y rebasó toda expectativa en cuanto a deporte y entretenimiento se refiere. Su perfeccionamiento va ligado al interés y la pasión de jóvenes universitarios principalmente de Estados Unidos.

Durante la década de los 20’s, llega de alguna manera el football americano a México (presumiblemente a Xalapa, Veracruz), y es impulsado por instituciones como la Universidad de México, el Club Deportivo Internacional, el Colegio México, el Tramps, el "5-a", y la YMCA. Parte del impulso (económica y tácticamente), a esta actividad en nuestro país se le debe a Arthur Constantine, ya que sus contactos con la universidad de Alabama ayudaron a fomentar este novedoso deporte en tierra azteca.

La década siguiente, entrenadores norteamericanos de gran renombre, vienen a México a enseñar sus tácticas y técnicas. Las principales instituciones involucradas en este deporte son la UNAM y el IPN. Durante esta etapa se celebra el primer clásico, resultando vencedor el Politécnico 6 puntos a 0 sobre la UNAM. Surgen las categorías intermedia, juvenil e incluso la infantil, con la intención de reforzar el nivel competitivo.

Ya entrados los 40’s, figuras como Salvador “Sapo” Mendiola y Roberto “Tapatío” Méndez, le dan a México su época dorada en los emparrillados. El football americano se convertía en México (a la par de los Estados Unidos), en el primer deporte amateur en abarrotar los estadios deportivos. México gana el Tazón Azteca a la base naval de Randolph Field. Los recién llamados Pumas y el equipo Politécnico continúan dominando la escena nacional. Surgen equipos que llegarían a ser de gran éxito y tradición.

La década de los 50’s le otorga una magna exposición en cine y televisión a este deporte. Los estadios se llenaban a reventar. Se inaugura el Estadio Olímpico Universitario con un clásico que ganan de último momento los Pumas 20 a 19 sobre la escuadra del IPN. Se incorporan novedosas barras metálicas a los cascos como protección. Los equipos nacionales se enfrentan regularmente a equipos norteamericanos en encuentro muy parejos en nivel y marcadores. Los entrenadores mexicanos se caracterizan por enseñar no solo football americano, sino valores morales. El Tecnológico de Monterrey hace sus pininos en esta disciplina, con buenos resultados desde el comienzo.

Los años 60’s, fueron una etapa de grandes contrastes. En los albores de la década, la popularidad y nivel del football americano nacional era de primer orden. México era una potencia en esta disciplina. Surgen nuevos grandes equipos, pero UNAM e IPN siguen dominando el panorama. Las grandes estrellas de cine y televisión, así como los funcionarios públicos y mandatarios nacionales asistían a ver los encuentros.

Declive deportivo

Las fuerzas del Estado, sabían de la influencia y el impacto de las actividades académicas y deportivas de las 2 principales universidades del país (UNAN e IPN, nuevamente). Con esto en mente, ejecuta infiltraciones en los campus, facultades, grupos y porras estratégicos con la finalidad de dividir al estudiantado.

Los resultados no se hicieron esperar, el golpe fue efectivo e inmediato. Los estudiantes fueron amedrentados por el repentino poder que tenían estos grupos de infiltrados, hasta el fatídico 2 de octubre de 1968. Este año se supende la Liga Mayor de football americano en México. Al año siguiente, la UNAM se separa en tres equipos representativos, el Politécnico anexa otro equipo a sus filas y el ambiente es contaminado por los jugadores “becados” del Tec de Monterrey y de los Tigres de Nuevo León, ambiente que perdura hasta nuestros días.

Hacia la década de los 70’s, los Pumas y los Burros Blancos, fueron reemplazados por los emparentados Cóndores de la UNAM y Águilas Blancas del IPN. La gente se identificó con ellos y la afición perduró. Los estadios seguíanse viendo llenos, pero el gobierno arremetió con una nueva arma: los porros.

Estos grupos fueron poco a poco mermando la seguridad y esencia del deporte, convirtiéndolo en objeto de descalificación y rechazo de la gente. El nivel competitivo de otros clubes deportivos e instituciones educativas fue en aumento y, a pesar de que Cóndores y Águilas Blancas ya no tenían los éxitos de antaño, continuaron en el gusto de la afición, siendo los favoritos de la capital. En su afán de recuperar la gloria perdida, Cóndores y Águilas unen fuerzas para vencer al resto de los equipos, estancando por completo el nivel y el interés de la afición en ver los cotejos. Esta situación perduró hasta entrados los años 80’s.

Con la intención de mantener el monopolio Cóndores – Águilas, se crea una segunda división a principios de los 80’s, donde jugarían los equipos de reciente creación, mientras que en la primera, jugarían sólo los equipos consolidados. Tras el ir y venir de estos dos equipos, se crea el sistema para subir al mejor equipo de la segunda división y bajar al peor clasificado de la primera, con lo que se pretende homologar el nivel de juego.

Nuevos equipos se pelean ahora el estandarte en Liga Mayor, mientras que en las categorías inferiores, el nivel se eleva a ritmo vertiginoso al igual que el número de escuelas de football americano.

En los 90’s, muchos de los equipos “consolidados” comienzan a tener escisiones internas y van dando paso a nuevos equipos emergentes de la segunda división. El monopolio adquiere una nueva faceta: el de las instituciones privadas.

Nuestros días

Cuando el sueño de la profesionalización del football americano en México parecía factible, se hace presente la mala administración, la tranza y la corrupción que frustran por completo esta aspiración. Las autoridades universitarias de IPN y UNAM, delegan el poder administrativo del deporte a patronato,s que hunden aún más a esta disciplina.

El fin de la historia no se ha escrito, somos portadores de la bandera del presente. Los universitarios tenemos en nuestras manos el destino de un deporte familiar, integral, multidisciplinario de tradición, historia y orgullo. Es momento de reclamar seguridad en nuestras escuelas, facultades y estadios. De exigir un alto a la burocratización del deporte. De vincularnos con nuestras raíces y enaltecer aquello que no llama hombres libres.

“Por mi raza, hablará el espíritu”. José Vasconcelos .·.
Tocho

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